Junqueras, a un teniente en la consejería el 20-S: "Tiene que entender que es la voluntad del pueblo"

SEÑAL DE TV DEL TRIBUNAL SUPREMO
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Actualizado: lunes, 25 marzo 2019 18:45

El oficial asegura que pidió apoyo en numerosas ocasiones a la intendente Laplana pero ésta nunca le dio una respuesta

MADRID, 25 (EUROPA PRESS)

El exvicepresidente catalán Oriol Junqueras le dijo a un teniente de la Guardia Civil encargado de la seguridad del dispositivo judicial en el registro de la Consejería de Economía de la Generalitat el 20 de septiembre de 2017 que "tenía que entender" que hubiese una manifestación de protesta porque era "la voluntad del pueblo".

Así lo ha contado el propio teniente en el juicio por el proceso independentista, donde ha explicado, en calidad de testigo, la experiencia que vivió ese día, en el que los guardias civiles de la entrada, que eran los que estaban a su cargo, fueron el blanco de las protestas y los insultos de los concentrados allí desde poco después de las nueve de la mañana.

Según el relato del oficial del Instituto Armado, Junqueras acudió a la consejería sobre las cinco de la tarde. "Le dije 'buenas tardes', me dijo que iba a trabajar y le dije que por supuesto, que esa era su casa. Entró, estuvo como una hora y cuando salió se despidió y dijo que tenía que entender que era la voluntad del pueblo, y yo le dije que él tenía que entender que estaba haciendo mi trabajo", ha contado a preguntas del fiscal Jaime Moreno.

Para el teniente, la peor parte de ese día para el equipo de seguridad de la Guardia Civil se la llevaron los agentes del GEAR (antidisturbios) que se estuvieron relevando en la puerta de la consejería durante todo el día y parte de la noche, pues estaban a muy poca distancia de los manifestantes.

INSULTOS, AMENAZAS, ESCUPITAJOS

"Estuvieron recibiendo insultos, amenazas, les tiraban botellas, recibían humillaciones, algún escupitajo... Por eso decidí ir relevándolos", ha indicado el guardia civil, que ha dicho que los insultos más repetidos fueron "hijos de puta, cabrones, fascistas, vosotros sois los terroristas" y que "con el dedo hacían como que cortaban el cuello". "Así desde las nueve y media de la mañana hasta las dos o las tres de la madrugada", ha apuntado.

Eso sí, ha asegurado que los agentes a su cargo "se comportaron como profesionales y aguantaron todo". Fue, a su juicio, "un servicio de mucha tensión" y en "31 años de servicio" en operaciones antiterroristas o de control de masas nunca le había sucedido algo como lo que ocurrió con los coches del Instituto Armado, que acabaron destrozados y gran parte del material de su interior, sustraído, aunque no las armas largas.

La acusación popular que ejerce Vox ha incidido más en este asunto al preguntar si temió en algún momento por la integridad física de sus agentes: "Hubo dos o tres momentos que sí", ha afirmado, para contar después que en un momento de mucho "barullo" un compañero le comunicó que entre los manifestantes corría el rumor de que se había suspendido la autonomía de Cataluña.

Los vehículos que luego acabaron destrozados han sido objeto de numerosas preguntas por parte del fiscal, ya que estaban a cargo del testigo, y desde primera hora de la mañana ya vio manifestantes y periodistas subidos a ellos, lo cual le hizo pensar que había "un problema grave" de seguridad.

Todo esto le llevó a pedir en numerosas ocasiones a la intendente de los Mossos d'Esquadra Teresa Laplana si era posible llamar a la Brigada Móvil de la policía autonómica (Brimo) para "hacer un cerco" y poder quitar de ahí los coches. Sin embargo, lo único que decía Laplana es que "lo iba a consultar", pero nunca le dio una respuesta concreta acerca de una posible solución.

La misma respuesta obtuvo para cualquier petición para que apoyasen los Mossos: "Todo el rato decía que lo estaban valorando. Nunca llegó la decisión definitiva". La intendente Laplana está acusada de sedición en la Audiencia Nacional y la Fiscalía pide para ella cuatro años de prisión.

En un momento dado el oficial se llegó a plantear introducir los coches en el garaje de la consejería en caso de que los Mossos proporcionasen apoyo, a pesar de que eran de mayor tamaño que la puerta. Finalmente, fue imposible y a las once de la mañana ya no había ninguna posibilidad.

ROBO EN LOS COCHES

Pasado el mediodía, cuando ya llevaban cuatro horas de registro, fue cuando informaron al teniente de que los vehículos habían sido abiertos. El material sustraído incluía munición, uniformes, placas de identificación, placas de matrícula, copia de la documentación de los vehículos, el frontal de la emisora de radio, el micrófono, una llave de repuesto y dinero, entre otros efectos. Y a preguntas de las defensas, el guardia civil ha admitido que parte de los daños en los cristales que presentaban los vehículos se debieron a que él mismo los rompió de "dos mazados".

El teniente conoció al expresidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) Jordi Sànchez por la mañana y desde el primer momento éste empezó a hablar de formar un pasillo de voluntarios para que pudieran entrar los detenidos para presenciar el registro de sus despachos en la consejería, algo en lo que la intendente Laplana se mostró de acuerdo en todo momento y no transmitió ninguna discrepancia con ese plan.

Según el guardia civil, él mismo sugirió hacer un pasillo más ancho para poder retirar los vehículos, pero Sànchez contestó que no sería posible agrandarlo porque "la masa no se lo iba a permitir", pero el expresidente de la ANC insistía en que entraran andando, algo que al teniente ni se le "pasó por la cabeza" porque "con la de gente que había ahí era peligroso para los guardias y los detenidos".

En su opinión, la multitud de concentrados --que le llegaron a decir que llegaban a 40.000 personas-- hizo imposible tanto la entrada de los detenidos como posteriormente la salida de la comisión judicial. Con un cordón policial establecido por la Brimo, se "podía plantear", pero no con voluntarios.

SALIR POR EL PASILLO, MISIÓN "CASI SUICIDA"

En este punto ha coincidido con la versión proporcionada unas horas antes por otro compañero, el hoy capitán que el 20 de septiembre de 2017 ejercía de responsable del dispositivo judicial de registro, al asegurar que una mossa d'Esquadra llegó a advetirles que si querían salir con las cajas llenas de todo lo incautado, les podían "matar" o "masacrar".

En su opinión profesional, la opción del pasillo era muy arriesgada porque cualquier circunstancia que rompiese la fila de voluntarios podía hacer la situación muy "imprevisible"; de hecho, ha llegado a decir que "sería casi suicida".

Según su versión, a lo largo de la tarde se llegaron a plantear varias posibles salidas para la comitiva judicial, pero fueron descartándolas porque no veían posible salir andando con el material del registro. También se propuso abandonar el edificio por el tejado --como finalmente hizo la secretaria judicial--, pero él mismo rechazó el plan y pidió que no le sugiriesen "cosas absurdas" porque tenía que volver con el coche con el que había llegado. No obstante, después ha admitido que no descartó la posibilidad de una salida en helicóptero.

En un momento dado, Sànchez le comunicó que iba a llamar al mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero y le planteó hablar con él, pero el oficial lo descartó de plano alegando que no tenía nada de qué hablar con un jefe de la policía autonómica y que con quien debía hablar Trapero era con el entonces jefe de la Guardia Civil en Cataluña.

El teniente ha asegurado que durante todo el día mantuvo numerosas conversaciones con Jordi Sànchez. En un momento algo cómico, ha llegado a decir que el expresidente de la ANC hablaba mucho y que ya por la noche "desconectaba" en ocasiones y dejaba de prestarle atención.

Pasadas las doce de la noche vio a Sànchez y Cuixart subidos en uno de los vehículos de la Guardia Civil dirigiéndose a los concentrados, pero no oyó lo que decían, aunque sí le comunicaron que disolvían la protesta y convocaban otra para el día siguiente.

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